En El Tiempo De Dios Todo Es Posible - Parte 1

Evelyn Coreas despertó el 16 de diciembre en la cama 5 de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Bloom
 Completamente inmóvil, conectada a una respirador artificial, acababa de sobrevivir a una compleja cirugía. Unas horas antes, una bala había destrozado la médula espinal a la altura de las cervicales 3 y 4.

Desde el primer día, el diagnóstico fue claro y rotundo. Marycruz Ayala, la madre de la pequeña de 12 años, lo escuchó varias veces de médicos distintos: su hija jamás volverá a caminar ni mover los brazos, tampoco podrá respirar por si misma. Una frase se le grabó como ninguna otra en su mente y empezó a vivir con ella: "Las secuelas son irreversibles".

Los días de llanto dieron paso a los de frustración y desesperación por una niña, su hija, inmóvil de cuello para abajo.

El 8 de junio, después de casi siete meses, volvió al quirófano. No era una cirugía más. Las semanas de planificación, y el numeroso y variado equipo de especialistas crearon cierta expectativa pese al secretismo con el que se manejó la operación. Por primera vez en el país y en la región, un equipo de especialistas realizaba un trasplante de células madre de una parte del cuerpo a otra de la misma persona para tratar un daño neurológico.

A la cabeza del grupo, formado por neurocirujanos, intensivistas, otorrinos, entre otros, estaba Mauricio Muñoz, neurocirujano del Hospital Bloom y conocedor de esta técnica que se desarrolla en algunos países avanzados.

Marycruz había dado antes el visto bueno. No tenía otro camino y ver cualquier cambio en su hija, por pequeño que fuese, le invitó a tomar esa decisión. La cirugía se prolongó por espacio de 11 horas, un tiempo muy largo para, como le explicaron los médicos, observar cambios leves, posiblemente, pequeños en la niña. "Fueron horas pidiéndole a Dios y confiando en que todo saliera bien. Todo era arriesgarnos", añadió Ayala.

Mauricio Muñoz explicó que el objetivo final es reconstruir el área dañada de la médula con células madre -llamadas así por su capacidad de producir otras nuevas-. El nuevo tejido debería permitir el paso de los impulsos nerviosos. "Son implantes celulares del mismo paciente en el lugar adecuado para buscar la regeneración de las células nerviosas", comentó el especialista.

La cirugía se dividió en dos partes. La primera consistió en la extracción de células madre de la cavidad de la nariz, labor que recayó en los otorrinos. "Uno de los pasos es tomar esas células y el otro es tratar de reconstruir los distintos tractos de la médula con microcirugía para tratar de formar de nuevo los pasajes por donde el impulso eléctrico pasa,... apoyándonos luego con fisiatría", explicó Muñoz.

El abordaje para la obtención de las células, según el otorrinolaringólogo Raúl Hernández Najarro, requirió una cirugía endoscópica para explorar lo más profundo de la nariz. Con ayuda de unas pinzas especiales calcula que extrajeron dos centímetros cuadrados de células del epitelio olfatorio, capaces de regenerar los tejidos. "Es una buena opción para aquellos pacientes que no tienen una alternativa, que la medicina moderna no les da otra solución, por ejemplo a esta niña que ya nadie le ofrecía nada", dijo Najarro.

El dolor es una buena señal y, en ocasiones, Evelyn se queja. "Siento que ya puedo respirar. Antes no me dolían los pies, ahora sí", expresó Evelyn en voz baja hace unos días. Su madre asiente con la cabeza con la misma confianza con la que desea tenerla en casa de nuevo. "He visto varios cambios, ya siente las piernas y los codos acalambrados, y antes no los sentía; hoy ya aguanta más sin ventilador", comentó Marycruz Ayala.

Para que la niña regrese a casa y deje el hospital, Evelyn debe volver a respirar por si sola. Mauricio Muñoz es consciente de que ése es el principal objetivo que se han marcado con la niña, que respire sin aparato. De otra forma, la familia debería comprar uno cuyo precio ronda los $20 mil. "La lesión de la niña es alta, involucra el diafragma de tal manera de que solo tiene una oportunidad o se le compra un ventilador, aparato que es bastante caro", acotó Muñoz.

Tanto él como el jefe del Servicio de Neurocirugía, Cristóbal Perla y Perla, son conscientes de que este procedimiento puede despertar críticas y especulaciones, pero están con los pies en la tierra. "Sabemos que no es la panacea ni queremos despertar expectativas de que vamos a curar sino que estamos tratando de resolver un problema serio, que hasta el momento ha sido irreversible, y darle una oportunidad de vida a un paciente que no la ha tenido", explicó Perla.

Más allá de las opiniones, lo único que les movió a trabajar en la operación fue Evelyn, su vida, y la posibilidad de mejorarla, algo que pasa por el regreso a su hogar. "Cuando una vida está de por medio y no tiene alternativas hay que ofrecerle algo; sabemos que en otras partes del mundo se están haciendo y con resultados, entonces por qué no hacerlo nosotros", se preguntó Perla y Perla.

Después de la cirugía, una parte importante del trabajo de recuperación recae en las manos de la fisioterapeuta Gladys Marroquín. Seguramente, la niña necesitaría más tiempo, pero las especialistas son pocas y el trabajo de rehabilitación en el Bloom es inmenso. "A pesar de que la lesión es a nivel cervical se va obteniendo una recuperación dentro de las posibilidades que se le ha visto a nivel del cuello y del hombro, que es lo que se ve que se hace ahora", añadió Marroquín. Cuando termina toma el testigo su madre, quien le ayuda con los ejercicios, labor clave para despertar las articulaciones y quien sabe si algo más.

fuente: elsalvador.com